Física Mexicana Palpable

1.- Ley de Cantoya: La cantidad de parientes y amigos que acuden al aeropuerto a recibir a un mexicano es proporcional al tiempo estimado de vuelo, a la duración de la ausencia y al peso de la nostalgia acumulada por los involucrados.

2.- Ley de Petra: La cantidad de Agua que se le puede echar a los frijoles es proporcional al número de visitas imprevistas y el contenido proteínico por ración es inversamente proporcional a dicho número pero exponencialmente relativo al gusto de estar juntos.


3.- Ley de Chevrolet: La potencia decibélica que produce la duración de un claxonazo sin que importe el número de toquidos, su ritmo o melodía
es inversamente proporcional al número de neuronas operacionales en el cráneo (o en cualquier otra parte del cuerpo) del mexicano que lo ejecuta.







Fuente: Letras Libres, Física Mexicana Palpable, Marzo 2001.

De Morondanga...


Madres con horas extra...!


No sé si en el momento de dar a luz las mujeres adquieren también de la nada un dispositivo que agudiza todos sus sentidos para poder desempeñar su rol de madres.
Sip. Ser madre no es cualquier cosa.
He escuchado que una vez que te embarazas no puedes dormir por las molestias que conlleva el periodo de gestación. Andan intolerantes por la falta de sueño, chocositas, no se acomodan bien para dormir y resulta que muchas piensan que al tener al béibi entonces podrán dormir. Es cierto, duermen cuando las han drogado pero después que despiertan, se dan cuenta de que a partir de ese momento se han convertido en vigilantes de su cría las 24 horas de día sin goce de sueldo.
Yo soy una de esas crías que tiene que dar un informe de las actividades realizadas durante el día, además, debo llamar cada determinado tiempo para informar a mi superior cuál es mi ubicación dentro de un radio de 5 kilómetros (porque si me alejo más ya es peligroso). Mis movimientos están aprobados, investigados y escaneados por un comando paramaternal que me vigila las 24 horas del día.
Creo que este trabajo debería ser mejor remunerado, digo, no cualquiera tiene los sentidos tan desarrollados como una madre para caerte en una mentirilla o para decodificar un famosísimo plan B y divulgarlo antes de que tu mismo lo hagas. Esas cualidades extrasensoriales también tienen sus ventajas, ¿cuántas veces no has llegado con todos los síntomas más contradictorios del mundo y has querido tomar medicamento sin saber exactamente cuál y es ella quién le atina a lo que tienes? O cuántas veces te haces pedazos en el trabajo y ella se da cuenta en el tono de tu voz que algo no anda bien? Lo que sigue: una terapia de apapachos!
Y así, la cría, siente que todo está bien, que en la vida hay un lugar seguro a donde llegar cualquier hora del día.
Yo admito que soy una cría que trabaja horas extras también. Tengo muchas tareas pero una de las más reconocidas es depender del comando para todo y si esta relación simbiótica no fuera más divertida quizá metería una queja al sindicato. Mientras tanto prefiero disfrutarla así.
Lobiu ma...!

Una tarde de lluvia en Kiketecutlán.


Buscando un poco de tranquilidad, e inconscientemente un poco de aventura, caminaba entre los árboles para finalmente despedirme de la soledad. Hay momentos que se disfrutan así, me gusta escaparme conmigo misma y ajustar los escenarios de mi vida para reacomodar piezas o dar mantenimiento a los sueños que en algún momento tuve. No tenía una dirección definida (o al menos eso creía yo) y poco a poco comencé a distinguir un paisaje diferente. No sabía dónde estaba pero la sensación era agradable. Daba un paso y me atrapaba más la incertidumbre, daba un paso y no quería ya regresar...

Un aroma a madera, café y tierra mojada me fué envolviendo, era una sensación distinta peligrosamente atrayente pero a la vez agradable y cálida. El instante en el que más te sientes confiada es precisamente el momento que a él le gusta que lo conozcas. Fué así cuando lo ví. Fué tan solo un parpadeo y ya estaba a mi lado.

Un ser fabuloso de atractivo irresistible se paseaba lentamente por las sendas de Kiketecutlán, sinceramente jamás pensé encontrarme uno, pero ahí estaba, silencioso y con esa típica mirada de conocerlo todo de mí. Tiene encanto porque así el él. Él es lo que poca gente conoce como un Kikewaa. Un Kikewaa es una criatura de hábitos muy solitarios y particularmente difícil de retener. Aquéllos que han tenido la fortuna de encontrarlo (para bien o para mal) no pueden decir que le olvidan fácilmente pues él ha sido y es protagonista de numerosas historias y leyendas.

Al contrario de lo que mucha gente piensa un Kikewaa no requiere de cuidados extraordinarios, de hecho está comprobado que puede pasar un mes sin bañarse y su piel sigue reluciente conservando ese característico olor a madera. No soporta la dependencia así que jamás debes intentar domesticarlo de lo contrario huiría sin razón aparente. Tiende a ser sordo ante las palabras suaves pero le gusta abrazar haciéndote sentir como si fueras única. Debido a su naturaleza nocturna tiende a la hiperactividad y suele ser sociable con quien quiere serlo pero contradictoriamente ensimismado si algun factor externo lo desestabiliza.

Un Kikewaa es atraído por el aroma a café y a verde vivo que solo la sierra puede dar. Cuando viene a jugar conmigo ese es el escenario que construye, es su vida y es su escencia. Es auténtico e irresistiblemente complicado. Con todo y su extraña forma de quererme estoy convencida que en realidad no existe otra criatura tan hermosa y compleja como él, tan dificil de entender pero tan fácil de amar... que cualquier fantasía que te haya hecho feliz no se compara con el efecto que provoca escaparte una tarde de lluvia a Kiketecutlán.





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CompliKate

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:)